El mundo de la natación se está recuperando de una declaración explosiva del medallista de oro olímpico Caeleb Dressel, quien declaró que abandonaría los Juegos de Los Ángeles 2028 si a la nadadora transgénero Lia Thomas se le permitía competir en la categoría masculina. En una acalorada publicación en las redes sociales que rápidamente se volvió viral,
Dressel no se contuvo, cuestionó si la decisión era un intento de “humillarnos a los hombres” y añadió una frase provocativa: “La dejaré embarazada si compite en el equipo masculino”. El comentario, mezclado con sarcasmo y frustración, provocó una reacción inmediata por su insensibilidad, pero subrayó las profundas divisiones sobre la inclusión de las personas transgénero en los deportes de élite.

Dressel, nueve veces medallista de oro olímpico conocido por su dominio en las pruebas de estilo libre y mariposa, ha expresado su opinión sobre la justicia en la natación desde las controvertidas victorias de Thomas en los campeonatos femeninos de la NCAA allá por 2022.
Thomas, quien pasó de competir como Will Thomas en la división masculina a la femenina, rompió récords y provocó debates sobre las ventajas biológicas.
Ahora, con los recientes fallos del Comité Olímpico Internacional (COI) que prohíben la participación en eventos femeninos a las mujeres transgénero que atravesaron la pubertad masculina, Thomas enfrenta un posible cambio a la categoría masculina, o una categoría abierta que aún no ha adoptado.
El momento no podría ser más cargado. Hace apenas unos días, surgieron informes sobre una decisión del COI que prohibía efectivamente a Thomas participar en los eventos femeninos de los Juegos de 2028, obligándola a competir contra hombres o no participar.
Nadadores masculinos como Dressel y Ryan Murphy han respaldado públicamente la medida, argumentando que protege la integridad competitiva.
El estallido de Dressel se produjo en medio de especulaciones de que sus tiempos podrían verse desafiados si Thomas ingresa a la piscina de hombres, aunque los expertos señalan que sus actuaciones previas a la transición estuvieron lejos de ser de élite contra hombres biológicos.
Aún así, la idea de que una ex campeona femenina se lance a las carreras masculinas ha alimentado temores de que se produzcan perturbaciones en las canchas y se erosione la moral entre los mejores atletas.

Las ondas de choque repercutieron en la comunidad más rápido que un sprint estilo libre. A los pocos minutos de la publicación de Dressel (supuestamente solo cinco minutos, según relatos de testigos presenciales en las redes sociales), Lia Thomas respondió con una respuesta directa.
“No se trata de humillación; se trata de igualdad y respeto para todos los atletas”, supuestamente escribió Thomas, denunciando el lenguaje incendiario y exigiendo una disculpa.
Sus palabras tocaron una fibra sensible y resaltaron el costo personal de la saga en curso. Sus partidarios se reunieron detrás de ella, denunciando el comentario de Dressel como transfóbico y un golpe bajo que entraba en territorio de acoso.
Bajo la creciente presión de los fanáticos, compañeros nadadores y grupos de defensa, Dressel inclinó la cabeza en un rápido giro. En una declaración posterior, se disculpó públicamente y dijo: “Mis palabras estuvieron fuera de lugar y fueron hirientes.
Respeto a todos los competidores y lamento el dolor causado”. La retractación se produjo tan rápidamente como la tormenta original, y Dressel enfatizó su compromiso con el deporte mientras se mantenía firme en cuestiones de equidad.
Los críticos, sin embargo, lo ven como un control de daños, señalando un patrón de atletas masculinos que expresan su malestar ante posibles enfrentamientos.
Este choque no es aislado. La conversación más amplia sobre la participación transgénero ha polarizado la natación, con figuras como Riley Gaines liderando protestas contra lo que llaman una ventaja injusta en los deportes femeninos.
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Por otro lado, los defensores de la inclusión hacen hincapié en la salud mental y el derecho a competir auténticamente, advirtiendo que las políticas de exclusión podrían ahuyentar el talento diverso.
A medida que se acercan los Juegos de 2028, que serán los primeros organizados en Estados Unidos desde 1996, la amenaza de Dressel de renunciar añade urgencia.
Ya ha confirmado sus planes de entrenar para eventos como los 50 metros estilo libre y unirse a un club local en Florida para avanzar hacia la gloria en su tierra natal. Pero si Thomas entra en la pelea masculina, podría remodelar las plantillas y los patrocinios.
Otros nadadores masculinos se han hecho eco de sentimientos de boicot, y algunos declararon que no representarán a Estados Unidos si los campos se sienten comprometidos.
World Aquatics, el organismo rector del deporte, ha introducido una categoría abierta, pero el desinterés de Thomas en ella (prefiriendo eventos femeninos de alto riesgo) solo ha aumentado las tensiones.

Las reacciones llegaron desde todos los rincones. Los partidarios de Dressel elogiaron su franqueza, considerándola una postura contra lo que consideran una extralimitación ideológica en los deportes. “Finalmente alguien dice las cosas como son”, tuiteó un fan.
Los grupos de derechos trans condenaron el comentario sobre el embarazo como deshumanizante y pidieron sanciones. Incluso los observadores neutrales se preocupan por el precedente: si los atletas estrella como Dressel optan por no participar, podría disminuir el espectáculo de los Juegos y abrir las puertas a demandas.
Mientras tanto, Thomas se ha enfrentado a su propio escrutinio. Su demanda contra World Aquatics fue desestimada, consolidando la prohibición de participar en eventos femeninos.
Al hacer las maletas después del fallo, dejó palabras mordaces dirigidas a críticos como Gaines, lo que generó más drama. Sin embargo, algunos atletas masculinos expresan simpatía y respetan su dedicación a pesar del cambio de política.
Mientras continúan las investigaciones sobre si la publicación inicial de Dressel violó los códigos de conducta, el incidente expone los nervios a flor de piel en un deporte que lucha por el equilibrio.
La natación, que alguna vez fue un modelo de atletismo puro, ahora lucha con la identidad, la biología y la inclusión. ¿Esto forzará directrices más claras por parte del COI? ¿O conducirá a campos fragmentados y boicots? Una cosa es segura: las aguas de la piscina están más turbias que nunca y la inmersión en 2028 promete más turbulencias en el futuro.
